La palabra meditación viene de la palabra latina meditatio, que significa "ejercicio intelectual". En el siglo XIX, se adaptó el término a las prácticas propias de la cultura y las religiones orientales, que promovían el recogimiento interior, el contacto con uno mismo. Se diferenció de la palabra "contemplación", que en Occidente se utilizaba como sinónimo de un tipo de oración propia de la cultura cristiana.
En nuestros días, la meditación podría definirse de tres maneras diferentes, o bien como un estado de concentración plena sobre la realidad del momento presente (el famoso "aquí y ahora", estar presente, o mindfullness); o bien como el estado de concentración que se experimenta cuando la mente se disuelve y se queda libre de sus propios pensamientos; o bien como la focalización de la mente sobre un único objeto de percepción, la energía universal (para algunas culturas Dios, Universo, Tao), la propia respiración o la vocalización consciente de un vocablo o sucesión de ellos (mantras).
Existen multitud de maneras de meditar, y TODAS SON VÁLIDAS. Cada uno de nosotros vive su propia verdad, su propia realidad y experiencia, y la forma de meditación y de recogimiento interior que viva, será válida. Lo importante es practicarla, y hacerlo durante tiempo, con constancia y disciplina. Existen multitud de estudios científicos acerca de los beneficios de la meditación. El primero de ellos es la reducción drástica de los niveles de ansiedad. La ansiedad es tremendamente dañina para nuestro sistema inmunológico. Lo altera y lo confunde, llegando a provocar una disminución de la cantidad de glóbulos blancos, y, por tanto, respuestas inmunes menos eficaces. Esto se traduce por ejemplo en resfriados, gastroenteritis, respuestas inflamatorias mayores como podrían ser dolor de muelas y flemones, alergias y asma, conjuntivitis, etc. A nivel cardiovascular provoca aumento de la tensión arterial y del pulso cardiaco. A nivel del sistema digestivo, aumenta la secreción de jugo gástrico, lo cual implica una mayor tendencia al reflujo gastroesofágico y las gastritis, así como a la producción de úlceras gástricas. En el intestino delgado, los nutrientes se absorben peor y se estimula inconvenientemente la motilidad, con lo cual pueden producirse diarreas o flatulencias. En el intestino grueso, la ansiedad reduce la cantidad de líquido y supone una peor absorción, provocando estreñimiento.
La ansiedad continuada, en el tiempo, cambia la información y la forma de respuesta en el Sistema Nervioso Autónomo, cuyo centro de operaciones se encuentra en el plexo solar, situado en el centro del abdomen (tercer chakra), subiendo la cantidad de noradrenalina en todas las células del cuerpo de manera preocupante. Esto implica que las células se "acostumbran" a vivir en un ambiente hostil, de estrés biológico.
La meditación reduce la ansiedad. Pero es necesario, por lo explicado anteriormente hacerlo de forma continuada. Para revertir esa información de estrés que ya se encuentra impresa en nuestro Sistema Nervioso y en nuestras células, hace falta tiempo. Así, practicar meditación durante meses, reduce los niveles de ansiedad de manera considerable. Puedes llegar a reducirla, hasta en un 75%. Si a esto le sumas una alimentación saludable y una forma de vida con hábitos saludables, se puede llegar a sentir sólo en determinados momentos de forma puntual. Hay formas de meditación también en movimiento (Tai-Chi, Chi-Kung, Yoga, etc), con los mismos beneficios.
Seguro que si empiezas a hacerlo, luego no puedes parar. Descubre tu forma de meditación y practícala.. Seguro que además de disminuir tu ansiedad, descubres muchísimas cosas maravillosas. ¡Ánimo!
BELÉN MOLINER MUÑOZ
Licenciada en medicina y cirugía (por la universidad de valencia)
Especialista en daño cerebral
Máster en psicobiología y neurociencia cognitiva
Reiki I
Terapéuta Collage unificador
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