La
Organización Mundial de la Salud (OMS), define el término SALUD como “un estado de
completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades”. Esta definición está vigente desde el año 1946.
La salud, por
tanto, no sólo es física, sino
también emocional, mental y espiritual.
El origen de la
enfermedad es, en la mayoría de casos, emocional. Casi un 98% de las
enfermedades físicas son somatizaciones de alteraciones emocionales fundamentalmente,
y en menor medida, espirituales.
Hablamos de salud
emocional cuando somos capaces de gestionar adecuadamente nuestras emociones,
tanto positivas como negativas, de manera que no controlen nuestra vida. En
Europa, el fármaco DIAZEPAM, o VALIUM, un ansiolítico, es uno de los
medicamentos más consumidos, casi tanto como el paracetamol o el ibuprofeno.
Cada vez más buscamos ayuda especializada de psicólogos, cursos de Inteligencia
Emocional, u otras disciplinas que nos ayuden a trabajarnos esta parte nuestra.
Es fundamental saber distinguir, reconocer nuestras propias emociones y saber
cómo canalizarlas. Si no les “hacemos caso”, provocan un bloqueo en nuestro
cuerpo.
Para comprender
esto acudimos al sistema de meridianos de la Medicina Tradicional China. Los
meridianos son un sistema de canales de energía que circulan por nuestro
cuerpo, recorriéndolo en toda su amplitud, y que están relacionados con cada
uno de nuestros órganos. Así, por ejemplo, para un problema en el corazón, un
acupuntor o un digitopuntor, puede trabajarte un punto situado en el brazo, o
para un déficit de energía en el riñón, un punto que se encuentre en el
tobillo. La Medicina Alopática, la occidental, trabaja sobre la estructura del órgano y su función. La
Medicina Tradicional China sobre la energía que cada órgano y víscera ejercen
en nuestro cuerpo.
Hoy en día, la
Medicina Alopática reconoce la salud emocional como una parte fundamental y
necesaria de la salud integral. Cada vez hay más enfermedades de “origen
desconocido”, es decir sin origen estructural, orgánico o analítico, que se
atribuyen a una causa psicológica.
Por eso, el
tratamiento de cualquier afección debe ser holístico o integral. Todas las
terapias son complementarias. Es fundamental el diagnóstico y tratamiento
médico, y es también necsario ir al origen de esta afección.
La macrobiótica y
la alimentación consciente nos obligan a “escuchar” a nuestro cuerpo y a estar
pendientes para saber qué tipo de energía y nutrientes necesita en cada momento,
según nuestro estado físico, emocional y mental.
La kinesiología,
la hipnosis, el trabajo con nuestro inconsciente y nuestras sensaciones, y las
flores de Bach, entre otras, nos ayudan a liberar emociones que se encuentran
bloqueadas en nuestro cuerpo (en forma de lumbalgias, dolores en las
cervicales, problemas digestivos, problemas del sueño, cansancio, astenia
crónica, piedras en el riñón o la vesícula biliar, etc). Asimismo, la
acunpuntura, la digitopuntura, el shiatshu, desbloquean aquellos meridianos que
se han afectado, y que están provocando molestias y enfermedades.
Estar atentos al
tipo de actitudes, pensamientos y de mentalidad que manejamos, nos mantiene en
una buena salud mental. Y meditar, practicar Tai Chi, Chi Kung, Yoga, nos ayuda
a entrar en contacto con nuestro ser interno, y con nuestros sentimientos, para
mantener una buena salud espiritual.
El tratamiento de cualquier enfermedad
siempre debe ser integral.
Por Belén Moliner
No hay comentarios:
Publicar un comentario